La dedicación intensiva a tu compañía es un aval determinante para tu negocio. Pero la abnegación no significa ser un trabajador extremo ni que tu vida profesional quede asociada a la pérdida de horas.

Tu empresa es tu vida. Para cualquier inversor que quiera apostar por tu proyecto, esa dedicación es una garantía, y tu abnegación supone un aval.
Pero si eres emprendedor y te das cuenta de que tu vida profesional está asociada a la pérdida innecesaria de horas, sólo te queda un remedio: cambia de vida. Es un tópico pero, como creador de empresas, para tí el tiempo es oro.

Algunos estudios aseguran que una cierta adicción al trabajo, lejos de ser perniciosa para la salud y la mente, puede ser constructiva. En términos de dedicación, existe una categoría “aceptable” de “adicción al trabajo” que puede ser beneficiosa para el que la practica, para su empleador y para la sociedad en general. No se trata de emprendedores enfermos por el trabajo, ni de locos.

Es gente que quiere dejar las cosas hechas, y esto es lo único que puede colmar sus ansias de realización. Pasar muchas horas en el trabajo –si eso produce satisfacción y realización personal–, no tiene por qué ser malo. Es una motivación positiva. El problema llega cuando la gestión del tiempo es pésima y se pierde más del que se debe.

Casi el 70% de los trabajadores extremos asegura que está dispuesto a sacrificar su bienestar y su vida social, aunque un 36% cree que no podrá mantener ese estilo de vida durante más de un año.

Perder horas innecesariamente no es sólo cuestión de empleados irresponsables. También puede ser una lacra para los fundadores de compañías, para sus socios y colaboradores. La primera alarma suena cuando te das cuenta de que te causan ansiedad algunos requisitos, como organizar las actividades del día a día; mejorar el rendimiento de tus empleados, incluso bajo presión; o lograr que los subordinados sean más productivos. El problema empieza cuando cambias lo estratégico por tareas rutinarias que sabes cómo desempeñar. Y se agrava cuando tu organización se convierte en un entorno permisivo con los comportamientos improductivos.

Decide qué es lo importante y lo accesorio. Determina la cantidad de tiempo que puedes dedicar a tus actividades. Utiliza listas de prioridades que ayuden a que tu tiempo sea de más calidad. Deja colchones para imprevistos, cambios y desplazamientos.

La seguridad es clave y, por ejemplo, ocuparte de gestionar transacciones electrónicas de forma segura, es clave contar con certificados digitales. ¡Lo tramitamos por ti! O te habilitamos como empresa para que emitas certificados digitales.

Para ser eficiente, lo ideal es adecuar los ritmos de trabajo a los propios biorritmos, y a los momentos de especial creatividad e inspiración.

Trata de delegar ciertas tareas cotidianas en tus subordinados. Debes entender que no puedes hacerlo todo. Hay actividades que pueden delegarse, diferirse o abandonarse. Y los proyectos se pueden segmentar en actividades más pequeñas y mucho más manejables. No te obsesiones con la posibilidad de que tu gente pueda cometer errores.

Las reuniones improductivas son un agujero negro para el tiempo y la productividad. Prepáralas clarificando el propósito de las mismas; úsalas para tomar decisiones estratégicas y no sólo para discutir problemas operativos del día a día. Ten clara la tipología de las reuniones; si éstas son periódicas, específicas o urgentes; quién las convoca… Cuenta con una agenda acerca del sentido de la reunión que fuerce a los individuos a pensar acerca de aquello que desean que se cumpla y que ayude a alcanzar un objetivo.

Algunas “distracciones” en el trabajo no sólo no son perniciosas, sino que pueden resultar positivas y necesarias. Si la gente hace bien su trabajo, no deberían preocuparnos ciertas evasiones. Lo último que una empresa debe hacer es establecer una regulación formal que restrinja las actividades lúdicas en horario de trabajo.

 

Fuente: Expansion.com